miércoles, 22 de septiembre de 2010

PORQUE HACEMOS ESTA MUESTRA



En febrero / marzo de 2010, decidimos hacer una excursión al Parque Nacional Quebrada del Condorito, con el objeto de tomar fotografías que muestren sus maravillas, y así poder difundir este lugar, compartir con el mundo las bellezas de nuestra tierra y enfatizar la importancia del cuidado de la naturaleza y de estos espacios que tanto contribuyen a la conservación de especies animales y vegetales.






Pudimos llevar adelante nuestro proyecto, yendo al Parque en tres oportunidades distintas, por lo tanto en tres condiciones climáticas diferentes, lo que nos dio la posibilidad de poder retratar el paisaje en sus más variadas expresiones, así como también a los animales. No fueron pocas las adversidades, lo que en el amanecer nos regalaba un inmenso mar de nubes que lograba extasiarnos, al cabo de unas pocas horas se convertía en un banco de niebla que nos cerraba toda posibilidad de poder continuar haciendo fotos.

En el Parque hay variaciones de temperatura enormes entre el día y la noche, por lo cual, la caída del sol, así como regalaba ocasos incomparables y cielos estrellados que no se pueden disfrutar en muchas partes del mundo, también ofrece mucho, pero mucho frío. Siempre el mate y las sopas ayudan, nada hay que genere resistencia a regresar una y otra vez, ya que cada vez se descubren secretos de la tierra y el cielo, que no dejan de encantarnos.

Esta vez, el fin justificó los medios, no sólo por las fotos que hoy les presentamos, sino por las
vivencias que no podremos transmitir de ninguna forma, como fue poder disfrutar de los ojos maravillados de nuestros hijos al ver todo lo que este lugar les descubría ante sus ojos.
En fin, esperamos poder transmitirles en nuestras imágenes, tanto la belleza del lugar, del majestuoso rey del cielo, como el impacto que causó en nosotros, haber vivido estas experiencias, en las que la inmensidad nos hizo sentir pequeños y al mismo tiempo, enormes.

Creemos que estamos exponiendo más que buenas fotografías, exponemos amor por la naturaleza, enamoramiento del vuelo del cóndor, estremecimiento por la suavidad del tabaquillo…








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Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los
altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:

—¡Ayúdame a mirar!
Eduardo Galeano
"El Libro de los abrazos"